Al hablar de detectives privados en la memoria de todos están personajes famosos como Sherlock Holmes o Hércules Poirot,
entre otros muchos, que con sus investigaciones han conseguido resolver
casos importantes. Esta labor hoy en día la continúan haciendo los
detectives privados, cuya profesión está de plena actualidad por su
contribución a
sacar a la luz casos de corrupción o diferentes
escándalos en el país o participar con su investigación en la detección
de posibles casos de fraudes. Una profesión que, sobre todo, a
raíz de su aparición en los diversos medios de comunicación, está
despertando más interés entre muchas personas que están pensando en
convertirse en detectives privados. [Ver cursos de
Detective privado]
En la actualidad, en España hay
alrededor de 1500 detectives privados en activo. Pero, ¿realmente es una actividad tan apasionante? La respuesta es afirmativa, aunque
el desarrollo de esta profesión poco tiene que ver con esos personajes de películas y de series de televisión, según explica un portavoz de la
Asociación Profesional de Detectives Privados de España (APDPE). Además, en ocasiones, se tiende a confundir su labor porque se piensa que “se espía”, cuando “
un detective no espía, sino que investiga y no se hace nada que esté fuera de la ley”, aclaran desde la APDPE.
Esta profesión es muy diferente a otras porque cada día es
distinto y la actividad del profesional puede variar en función del caso
que investigue, lo que conlleva que haya que hacer la
investigación de una persona de día e, incluso, de noche para conocer su
actividad y movimientos pero con mucho cuidado para no ser
descubiertos; seguir pistas dentro de la investigación que conducen a
otra ciudad o país o analizar discos duros de ordenadores para lo que, a
veces, se puede requerir la colaboración de otros profesionales…. La
hora a la que se comienza a trabajar sí se conoce, pero no siempre se
saber cuándo va a acabar el día.
En su labor son claves las nuevas tecnologíaspara, por ejemplo, tomar fotos como prueba de un hecho o
bien grabar un vídeo o los equipos de comunicaciones o dispositivos de
audio, entre otras, aunque los aparatos que se emplean tampoco son tan
sofisticados como en las películas, si bien se utilizan para trabajar
más instrumentos que la típica lupa de los detectives privados de
ficción más famosos. No obstante, también
hay una parte del trabajo que se realiza en la oficina para atender a los clientes. [Ver cursos de
Fotografía]
Y, aunque cada caso es diferente, sí se puede hablar de unas
funciones del detective privado comunes a toda investigación que realiza
como la obtención y aportación de información y pruebas sobre conductas
y hechos privados en el ámbito económico laboral, familiar, mercantil o
social entre otros; investigar delitos perseguibles por instancia de
parte o por encargo de personas legitimadas o vigilar en ferias,
hoteles, exposiciones… en grandes superficies comerciales y en locales
públicos de gran afluencia.
Unas actividades en las que
existen algunos límites que el detective privado no puede sobrepasar
como llevar a cabo investigaciones sobre delitos perseguibles de oficio
-teniendo que denunciar ante la autoridad competente los hechos- ni
utilizar para sus investigaciones medios personales o técnicos que
atenten contra el derecho al honor, la intimidad personal o familiar, la
propia imagen o el secreto de las comunicaciones.
¿Qué hay que estudiar?
Un día a día un tanto imprevisto y que es una de las facetas menos
conocidas de la profesión, así como la formación que se precisa para
ejercerla.
Para ser detective privado se deben cursar estudios
universitarios en centros que están autorizados por la Unidad Central de
Seguridad Privada, que está habilitada en el Ministerio del Interior, a los que
se accede si se tiene el título de Bachiller, de Técnico Superior u otros estudios equivalentes
a efectos profesionales. Y, además, es conveniente tener una serie de
aptitudes como habilidades básicas de observación y pesquisa,
estabilidad de ánimo y mente despierta, capacidad de adaptación y
resistencia física, entre otros, siendo igualmente recomendable saber
idiomas y tener conocimientos técnicos.
Normalmente optan por este tipo de estudios los profesionales de
investigación privada, funcionarios o aspirantes a funcionarios de los
cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, instituciones
penitenciarias, empresarios y directivos de empresas de seguridad o
personal de compañías de seguros o de industrias,
aunque también los cursan personas que no tienen ninguna relación con estos campos y que directamente eligen ser detectives privados como profesión porque ven en ella
una práctica apasionante que eligen porque existen salidas profesionales reales.
Los centros en los que se pueden cursar estos estudios son limitados y
es importante que la persona que quiera ser detective privado
se
cerciore de que la universidad o centro de estudios está reconocido por
el Ministerio del Interior, ya que en caso contrario no se podrá
obtener la tarjeta de identificación profesional (TIP) que habilita para el ejercicio de la profesión.
Dentro de las opciones que hay en España para estudiar esta formación se encuentrael Instituto de Seguridad Privada
Cenproex, que los imparte con la Universidad de Extremadura; el
Centro Español de Nuevas Profesionesque expide título de la Universidad Camilo José Cela;
Avizor-Centro Superior de Formación;
Prosulting;
Universidad Complutense de Madrid;
Universidad de Alicante;
Universidad Rey Juan Carlos;
Universidad San Pablo CEU Madrid;
Universitat Abat Oliba CEU de Barcelona;
Universidad de Salamanca;
Universidad Europea Miguel de Cervantes de Valladolid;
Universidad del País Vasco;
Universidad de Barcelona;
Universidad de Valencia;
Universidad de Almería;
Universidad de Granada;
Universidad Nacional a Distancia (UNED);
Universidad de Murcia y la
Universidad de Málaga.
La formación, habitualmente, consta
de “tres años lectivos de nueve meses de duración”, según explica Francisco Moreno, director comercial del Instituto de Seguridad Privada
Cenproex. Durante este período, los futuros detectives privados cursan diferentes asignaturas a través de las que se adquieren
conocimientos de derecho, sociología criminal, medicina legal o legislación, entre otros temas.
Por ejemplo,
en el primer año de estudios, el programa
incluye derecho penal, estadística criminal, deontología profesional,
medicina legal, psicología criminal, sociología criminal u organización y
modelo policial, entre otras asignaturas. Por su parte,
en el segundo curso
se estudian materias como psiquiatría forense, penología, delincuencia y
responsabilidad forense, aparte de ahondar en medicina legal y
criminología.
Finalmente,
en el tercer curso, los contenidos
formativos comprenden técnicas de investigación policial, química
criminalística e investigación de incendios, documentos, fotografía,
imagen y sonido, derecho administrativo, derecho laboral, derecho civil,
derecho mercantil o derecho constitucional, entre otras materias.
No obstante, en algunos casos puede haber variaciones entre las asignaturas,
algunas de las cuales se permite convalidarlas
si se han estudiado titulaciones relacionadas como es el caso de
Derecho, Psicología, Ciencias del Trabajo, Enfermería, Medicina,
Sociología, Empresariales, Relaciones Laborales, Graduado Social,
Fisioterapia o Gestión y Administración Pública, entre otras, no siendo
necesario tener que cursar todas las materias.
Además,
los estudiantes realizan prácticas con la
Policía Nacional o en Departamentos de Criminología de unas 100 horas de
duración por cada año, en las que se tiene un contacto directo con el
día a día de la profesión y se trabaja con diferentes aparatos para ver
“huellas dactilares o para realizar transmisiones”, añade Francisco
Moreno, de Cenproex.
Es habitual, igualmente, que dentro de
los estudios se tengan que realizar trabajos de investigación
para profundizar en algunos aspectos que estén relacionados con las
materias que se imparten durante el curso, siempre tutelados para que el
futuro detective privado pueda establecer la estructura de trabajo.
El coste de estos estudios, oscila según el centro en el que se
estudie, pero en general suelen ser más económicos que otros títulos
universitarios. Por ejemplo, el primer año puede costar en
torno a los 1.200 euros, cantidad que también se abona para el segundo
año, mientras que para el tercer curso académico el precio puede rondar
los 1.700 euros aproximadamente.
Posteriormente, la formación puede continuar una vez obtenido el título y se está en ejercicio
a través de seminarios o cursos especializados
sobre diferentes materias como crimen organizado, grafología o
prevención de riesgos financieros, entre otros. Pero esto no es
estrictamente necesario, aunque la formación continua siempre es
recomendable como en otras profesiones.
Tras obtener el título, ya se puede
solicitar la TIP a la que se tiene acceso directamente tras aprobar los estudios,
aunque es fundamental que se solicite y que el detective privado la
posea para ejercer, teniendo que renovarla periódicamente. Hay que tener
en cuenta que siempre hay que llevarla consigo porque debe presentarla
cuando le sea requerida.
Pero para obtener esta licencia, aparte de haber superado los cursos, es preciso cumplir
otra serie de requisitos como ser mayor de edad; tener nacionalidad de alguno de los Estados miembro de la Unión Europea o de un estado del Espacio Económico Europeo; tener las
aptitudes físicas y la capacidad psíquica necesaria para ejercer las funciones de detective privado;
no tener antecedentes penales
y no haber sido condenado por intromisión ilegítima en el ámbito de la
protección del derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y la
propia imagen y de otros derechos fundamentales en los cinco años
anteriores a la solicitud.
Y, aún hay más requisitos, como
no haber sido sancionado en los dos o cuatro años anteriores por infracción grave o muy grave en materia de seguridad y no haber sido tampoco separado del servicio en las Fuerzas Armadas o en las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, entre otros.