Las grandes empresas del país han recurrido al espionaje para lograr frenar todas aquellas actividades que dañan la economía del negocio.
Cada vez es más frecuente que las compañías sufran problemas como robo de mercancía, fuga de información, fraudes, acoso laboral, sabotaje a maquinarias, y en casos más extremos, hasta delitos como asesinatos.
Por ello, un negocio boyante es el de aquellos corporativos que ofrecen el servicio de espionaje, con el fin de infiltrar a personas en una empresa y evitar que los delitos proliferen.
Las grandes cadenas que reportan los mayores daños por actividades ilícitas están relacionadas con los autoservicios, departamentales, almacenes, distribuidoras, empresas de transporte público y call centers.
Los servicios de espionaje son contratados cuando una compañía está interesada en detectar qué empleado roba su mercancía o identificar al trabajador que sabotea operaciones.
En promedio, cada infiltrado gana de 8 mil a 9 mil pesos al mes.
En México operan empresas dedicadas a la investigación privada como Detectives e Investigadores Privados Muriel, Selectiva, Inveprimex y Detectives Privados Incopri, que en algunos casos tienen relación con la World Association of Professional Private Investigators (WAPI).
De acuerdo con documentos y expedientes en poder de EL UNIVERSAL, el proceso de investigación de un espía consiste en obtener información básica sobre las relaciones, colusiones y acciones de los empleados que trabajan en una área específica de una empresa, para más tarde elaborar un reporte diario con los detalles de las revelaciones.
El formato de un reporte, según constató este medio, incluye el nombre del investigador, empresa, horarios, puestos, turnos y fecha de elaboración. Se detalla hora de llegada a la compañía eventos a destacar, con extensión de una cuartilla por día.
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