domingo, 9 de agosto de 2015

Los cabos sueltos en la muerte de Natalia y Fernán

Abrazados, semidesnudos y tendidos sobre la cama. Así encontraron a Natalia Andrea Seña Bernier, de 15 años, y a Fernán Francisco Vellojín Reales, de 21, los expertos en criminalística de la Fiscalía que el 30 de julio acudieron al tercer piso del hostal El Paisa, en el barrio María Paz, de la localidad de Kennedy, en el sur de Bogotá. Eran las 10 a. m.
A centímetros de los cadáveres, que presentaban un avanzado estado de descomposición –el olor alertó a los empleados del lugar–, los investigadores hallaron una sustancia. El viernes en la noche, Medicina Legal determinó que la muerte obedeció a una “intoxicación exógena por carbamatos”, es decir, por la ingestión de un pesticida –no determinado–, que puede conseguirse en cualquier tienda especializada en ataque de plagas.

Carlos Valdés, director del instituto forense, le dijo a EL TIEMPO que “la muerte de los jóvenes se habría registrado el 26 de julio y de manera casi inmediata, tras tomar una alta dosis del plaguicida”, y agregó que los jóvenes seguramente sintieron dolores y sufrieron contracciones musculares antes del deceso, pero que “no fue posible saber cuál murió primero”.
Además, indicó que Natalia y Fernán no padecían enfermedad alguna, al contrario de algunas versiones que circularon esta semana.
El dictamen igualmente confirmó lo dicho el martes por la directora de Fiscalías de Bogotá, Carmen Torres, quien, tras la primera inspección de la escena a cargo del CTI, sostuvo que “no se encontraron señales de maltrato o tortura en los cuerpos”.
La funcionaria explicó que aún no se podía aseverar que se trató de un suicidio o de un acto criminal.
El hostal El Paisa, en la calle 38 sur con 85 y que ofrece hospedaje durante 12 horas por 20.000 pesos, hace parte de una zona comercial en la que abundan bares y prostíbulos. La decisión de la pareja de hospedarse en este lugar, lejos de los domicilios de ambos –ella vivía en el barrio Los Monjes, en el occidente, y él, en el Galán, donde un familiar–, es uno de los interrogantes que detectives y familiares de los jóvenes intentan resolver.
Lo que hasta el momento han logrado establecer los funcionarios a cargo del caso es que la pareja llegó allí a las 11:30 a. m. del domingo 26 de julio (cuatro días antes del hallazgo), tras haberles mentido a sus parientes sobre su paradero. (Lea: Nunca le vi conductas suicidas: madre de joven hallado muerto en hotel)
Adaluz Bernier, la madre de la menor de edad, estaba convencida de que su hija estaba con la mejor amiga, con la que supuestamente se había encontrado en la mañana para comprar chocolates (destinados a una despedida del grado 11 del colegio dirigido por monjas en el que ambas estudiaban). Sobre la una de la tarde, Natalia le dijo por teléfono que iba a entrar a cine.
A las 3 p. m. de ese domingo, Natalia sostuvo el último contacto del que se tiene conocimiento. También fue con su mamá. Aunque las evidencias recogidas por el CTI indican que en ese instante la adolescente ya estaba en compañía de Vellojín, ella aseguró –mediante un mensaje de WhatsApp– que ya iba en camino a su casa, y que iba a llevar una gaseosa.
Minutos después, cuando la volvieron a llamar, el celular estaba apagado, según recuerda Catherine Rodríguez, tía de la menor.
El último familiar en sostener una conversación con Vellojín fue su primo Steven, a quien le dijo –sobre las 5 p. m. de ese domingo– que estaba en el barrio Normandía, esperando a Natalia porque tenían que hablar. Las llamadas que le hicieron al muchacho esa misma noche fueron directo al buzón de voz.
Vellojín, oriundo de Barranquilla, había llegado a comienzos de mayo a la casa de un tío que vive en Bogotá, con el propósito de estudiar inglés.
Otro de los puntos que generan dudas entre los investigadores tiene que ver con las distintas versiones de los empleados del hostal: mientras algunos dijeron que la pareja había pagado varias noches por adelantado, otros afirmaron no haberse percatado de que había una pareja hospedada en esa habitación. En lo que sí coinciden es en que el fuerte olor que salía de allí los alertó.
Versiones opuestas
La mayoría de las versiones que estudia el CTI, varias de ellas entregadas por los familiares de los dos jóvenes, son contradictorias. Por ejemplo, aunque los parientes de ambos coinciden en que tuvieron su primer contacto hace dos años, aún no se sabe dónde se conocieron. Adriana Reales, madre de Fernán, dice que su hijo le comentó que había conocido a Natalia en Barranquilla, a donde ella supuestamente viajó por asuntos de negocios del papá.
Por el contrario, la tía de Natalia sostiene que la menor de edad nunca estuvo en esa ciudad y que, de acuerdo con el relato de la mejor amiga, la pareja se conoció en Facebook y solo en mayo de este año, cuando Vellojín se radicó en la capital, sostuvieron el primer contacto personal. (Lea: ¿De qué hablaban Natalia y Fernán, los jóvenes muertos en un hotel?)
“Natalia tenía dos perfiles en esa red social: el de siempre y uno que creó, al parecer para poder hablar con ese joven”, afirma Catherine Rodríguez y asegura que los mensajes privados entre ambos se registran desde abril pasado.
Las cuentas que cada uno tenía en las redes sociales constituyen un elemento clave de la investigación, según la Directora de Fiscalías de Bogotá. Vellojín canceló una cuenta de Facebook para abrir otra con el nombre de Dmytri Vellojín, en la que se ven imágenes como una copa llena de sangre y una pareja de vampiros.
Cuando empezamos a investigar descubrimos también que él escribía en un blog sobre vampirismo, creado en el 2010”, cuenta la tía de Natalia. En uno de sus post se lee: “Daría lo que fuera por ser un vampiro, pertenecer al mundo de los no-muertos (...). Haré lo que sea, así sea matar a quien sea o venderle mi alma al diablo”.
Aunque la mamá del joven no quiso referirse a estos mensajes, insiste en que a Fernán nunca le vio actitudes extrañas o tendencias suicidas. “Solo noté, unos días antes del hecho, que estaba triste. Me confesó que estaba acongojado porque un médico le había dado poco tiempo de vida a Natalia, por unos problemas en los riñones”, dice Adriana Reales desde su casa, en el barrio Abajo de Barranquilla.
Esta información, la de la supuesta enfermedad, no solo es negada por Medicina Legal sino por la familia de la menor, que ahora solo quiere que el nombre de Natalia “quede limpio”. Y lo propio busca la familia del barranquillero.
Al referirse a un mensaje de Facebook en el que su sobrina dice que alguna vez estuvo a punto de lanzársele a un carro, Catherine Rodríguez concluye: “Nosotros no creemos que Natalia haya ido a ese lugar (el hostal) obligada, pero sí que fue influenciada de manera negativa por ese hombre. Ella tenía 13 años cuando se conocieron, y él 19. Natalia era muy vulnerable, como todos los muchachos a esa edad”.

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